24 noviembre 2009 Creado por cuatro
Zapatero está cenando ahora mismo con el Rey de Arabia Saudí. No es una cena a escondidas, ni ha surgido de forma inesperada. Estaba programada y figuraba en la agenda oficial y pública.
Después de visitar Egipto, el presidente iría a Arabia Saudí para explorar las posibilidades de impulsar el diálogo palestino-israelí durante la presidencia de la Unión Europea. Zapatero en Arabia Saudí. Sin embargo, no hemos oído la menor protesta de los cancerberos de la libertad, políticos y periodistas, que se ponen tan tremendos cuando la relación es con Cuba.
A los dictadores, ni agua, acostumbra a ser su lema, pues con los principios no se juega. Pero sus principios se van de excursión cuando interesa. Y, digámoslo sinceramente, los nuestros también. Porque Arabia Saudí interesa y su petróleo más. Y por eso le doramos la píldora al máximo nivel. Y a su Rey le recibe el nuestro con besos. Y Marbella babea cuando llega con su escandalosa corte. Y ni se nos ocurre repasar la relación de crueldades, atentados a los derechos humanos y discriminaciones que en ese país se dan, incluido su sinuoso reptar en torno al terrorismo internacional, misterioso e invisible pero con sonido de cascabel.
Es el juego de máscaras de la llamada ‘real politic’. Ahí tienen a nuestro Zapatero comiendo dátiles con Abdula, en su palacio de Yeda, cerca de la Meca. Para que el realismo político pudiera ser practicado sin escrúpulos de conciencia, la diplomacia inventó una ley de oro. Se visita a los pueblos, no a los gobiernos. Antes se había inventado la amnesia, para evitar peligrosos ataques de memoria.
Gracias a la amnesia, podemos dormir a pierna suelta mientras en el aeropuerto de Lanzarote languidece en huelga de hambre una mujer saharaui de 42 años, hija de un país sin país al que España abandonó a su suerte en la cuneta de la historia. Fue una traición en toda regla a la que nos empujó el llamado realismo político.
Pues bien, ya que las razones morales y la vergüenza histórica no parecen servir de nada, convendría que nuestras autoridades se ocuparan urgentemente de esa mujer, una activista de enorme prestigio y galardonada en todo el mundo. Aunque sea en nombre del realismo político. Buenas noches.
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